jueves, 12 de noviembre de 2009

Pyongyang

“Esta vez no erraré el tiro”.
—Aquí la gente es feliz, ni mata ni se suicida —dijo el censor—. Imposible publicar su novela.
La negativa continúa resonando en los oídos del escritor mientras regresa a casa. Hace años que la escasez dejó sin luz las calles. Y los edificios, excepto los gubernamentales.
El retrato del Líder está en todas partes. En la casa del escritor, también. Es obligatorio.



Al llegar, nadie le recibe. Cena, pues, solo. Bebe hasta emborracharse. Entonces decide que esta vez no fallará el tiro, no mientras sea capaz de empuñar el arma cuyo cañón le está desgarrando el velo del paladar.

2 comentarios:

  1. Un retrato conciso y breve. Crudo. Creo que en tu estilo, ¿no, Antonio?
    Para reflexionar.
    Sólo me queda la duda de que el autor, si de verdad ama a su obra, y, sobre todo, ama escribir no se suicidaría por la publicación, se suicidaría por la página en blanco, por su impotencia como escritor a escribir mejor, por su desdicha.
    Pero, al fin y al cabo, cada persona es un mundo, y cada mundo un universo distinto.
    Un abrazo y felicidades por el relato.

    ResponderEliminar
  2. Gracias por tus palabras de aliento.
    Con respecto a las motivaciones suicidas del escritor, preferí no ser demasiado explícito, pero he de coincidir contigo en que lo realmente aterrador no es el fracaso sino el Vacío.

    ResponderEliminar